LA PLAYITA (Roseti 722 - Chacarita)
21hs Hora La Playita
22hs Hora Real Musical
(escuchanos, clickeá sobre la imagen)
1) Esa mañana desperté pensando que era domingo. Tardé un poco en reconocer que era un martes cualquiera, con una actividad nueva, como todos los inicios de mi semana. A las doce tenía que estar cerca de Aeroparque. Un sueco de mi facultad, William, me necesitaba para actuar en un corto que trataba sobre un beso y además, precisaba de mis servicios con la cámara. 2) Salí de mi cama y me encontré con el día más frío del año. Ese corto era parte de un trabajo práctico que nos habían pedido para entregar esa misma tarde, el cuál por mi parte, lo venía pensando hacía varios días y no se me caía una idea. 3) Era un desayuno delicioso, distinto, como todos los días. Una estúpida distracción en el zapping de los mismos programas de siempre hizo que derramara mi café con leche sobre el pantalón. Lo enjuagué un poco y lo colgué a secar en un clavito que hay justo arriba de la estufa. 4) Eran las 10.30 y estaba terminando de renderizar un tonto y tedioso trabajo de video en mi computadora; llevaba varios días haciéndolo por unos pocos pesos que ya gasté y que todavía no cobro. Bianca, como siempre apurada, salía corriendo a pilates. Me dió un beso, me dijo que me amaba y me recomendó apagar la estufa al salir. Luego lo repitió como un pedido. El render no avanzaba y se hacía la hora de salir. 5) Tomé el 33 ramal Ciudad Universitaria. Pude conseguir un asiento y me senté a leer, un poco incómodo entre mis equipos y un borracho que cantaba a mi lado. La noche anterior me había quedado dormido en la mitad de un capítulo, justo antes de que el narrador y su amigo se perdieran en un bosque, alejándose del Torino que contenía en su interior, la novela en la que venía trabajando este personaje. Resulta que el bosque se incendia, con auto, novela y todo. Al perder el material, el escritor y protagonista de esta gran historia se pregunta si es capaz de empezar a escribir e investigar de nuevo o largar todo a la mierda. 6) Mi acompañante borracho que gemía y me preocupaba un poco, mis equipos que estorbaban, mas Lalo Mir y su particular voz a todo volúmen en la radio del colectivo, trataban de arruinar mi concentración. Hacían de mi lectura algo forzado y volátil. Pero la genialidad de "La hora sin sombra" que me había atrapado desde la primera página, seguía imponiendo resistencia a cualquier tipo de ruido externo. Hubiera querido continuar leyendo, pero me estaba mareando un poco y al levantar la vista, veo que, por suerte, me había pasado sólo una parada. 7) Llegué unos minutos antes de lo acordado y me crucé a la rambla para ver a los pescadores. Era algo que siempre me había llamado la atención y nunca tuve oportunidad de presenciar. La temperatura había disminuído notablemente desde que salí de casa. Corría un viento frío que me congelaba la nuca. Levanté la vista y me encandilé viendo al sol salir atraves de una nube gris. Al volver hacia abajo, me di cuenta que estaba por pisar a dos peces que agonizaban en el suelo, a unos metros del pescador. Parecían dos amigos que se despedían sordamente. 8) Pensaba en lo primero que se le ocurre a uno en estas situaciones; la crueldad del pescador, las diferencias de oxígeno entre los animales y los hombres, etcétera. En ese momento suena mi teléfono. Era Bianca, un poco enojada, preguntándome que porqué había dejado la estufa prendida. Que la campera se había caído y había provocado un puñado de gotas de fuego sobre la alfombra y que, por suerte había llegado a tiempo para apagarlo a pisoteadas. Le pedí disculpas y le dije que con eso, no me iba a olvidar nunca más de apagarla al salir. 9) Fuí en busca de un café a un carrito choripanero y me senté en una de sus mesitas a seguir esperando. 10) Pensé en escribir todo esto que había sucedido. Luego pensé en filmarlo. Como siempre, se trepó la ansiedad a mi espalda y empecé a quererlo todo. Me temblaban las piernas. Tenía una cámara en la mochila, un trípode y un boceto mental de dos peces muriendo en el piso de cemento en la costanera. Tenía la oportunidad de filmarlo. Pensé en ponerle este texto en voz over. El colectivo, la estufa, el bosque incendiado, Lalo Mir, el café con leche, todo menos un beso, "El beso" que había olvidado por completo. 11) Había ingresado a un mundo de pretensiones peligrosas, y la ansiedad se hacía cada vez más espesa cuando, apareció William a lo lejos, sonriente y activo, preparado para empezar a filmar su corto y por suerte dejé de escribir. 12) Al llegar a mi casa en la tarde, retomé el libro de Soriano y finalicé el capítulo: "El éxtasis de la narración es un instante arrancado al tiempo, algo que flota en la eternidad" Eso me dice todo. Imagino en ponerle imágenes a estos pensamientos, pero sé que ese instante arrancado al tiempo, ese éxtasis flotante, no iba tener la fuerza con la cuál apareció en mi cabeza en la mañana. Que esas imágenes mentales son residuo pasajero. Estaba totalmente perdido. Esta corriente de ilusiones falsas había arrastrado una especie un bosque en llamas esa idea, de la cuál no quedaron ni las cenizas de un beso filmado.